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Un viaje en coche de Valencia a Madrid, mis suegros delante, mi novia haciéndome una paja de escándalo debajo de la manta.


Cuando tienes 19 años y las hormonas revolucionadas pierdes los papeles completamente. Esto sucedio en un viaje de Valencia a Madrid volviendo de unas vacaciones de navidad con mis suegros en el coche.

En ese momento estaba mas salido que el pico de una mesa y las hormonas no me dejaban pensar con claridad esta claro.

Habíamos salido bastante tarde y eran como las 10 de la noche, el trafico en la autovia de Valencia era el normal, no estabamos parados pero se circulaba despacio. En la radio mi suegro iba escuchando musica sesentera, le recordaria a su juventud.

Detras su hija de 20, mi novia desde hacia no llegaba dos años, y yo, muy aburrido, y como dice el refranero cuando el demonio se aburre con el rabo mata moscas. Yo precisamente no pensaba en matar moscas a no ser que se pusieran en el camino de mis corridas abundantes en aquella época.

Empece a meter mano a mi chica, con sus padres allí en el asiento de delante, centímetros nos separaban de ellos, no se encontraba muy receptiva a que le metiera la mano en las bragas, por mucho que le gustara los dedos inexpertos que en aquel entonces le proporcionaba y que hacia que se corriera con gemidos ahogados.

Lleve su mano a mi paquete, frotandomelo con su mano, su mirada de panico me ponia mas cachondo aún, tenia la polla que me reventaba, hacia casi doce horas que no me corria y claro eso era mucho tiempo. Lo minimo eran dos veces al dia, corridas abundantes y que llegaban bien lejos cuando me pajeaba en el baño.

Su mirada me decía que no, pero su mano frotaba con intensidad mi polla, que babeaba liquido preseminal a tope. Levante la goma del slip y metió su mano caliente debajo de la tela de algodón mojada. Casi se me escapa un gemido cuando me bajo la piel del glande y empezó a acariciar mi capullo directamente con su mano. Agarraba mi polla con firmeza como le había enseñado en las pajas que me hacia en el salón de su casa con sus padres a dos habitaciones de distancia, bajando hasta hacer tope con el pubis y subiendo volviendo a estirar mi prepucio, haciendo que bajara la piel cuando apretaba hacia abajo.

Lentamente empezo a coger ritmo, ahora el que estaba presa del panico era yo, me estaba pajeando con sus padres literalmente delante de nosotros, como cuando en el cine poniamos los abrigos sobre las piernas y nos dedicabamos masturbaciones mutuas. Me miro desafiante, reafirmandose en el pajote que me estaba haciendo, haciendo presión en mi rabo, drenando su sangre cuando bajaba y bombeandola hacia el capullo cuando subia. Se habia convertido en una experta en bombear mi polla, una de las pocas cosas que su estricta educación catolica del post franquismo le parecía que podia hacer con su novio.

Los kilometros corrian y se vislumbraban las luces de Madrid a lo lejos, en ese momento comenzo a incrementar el ritmo de aquella paja que yo pense que detendria, pero que estaba claro que ella, y yo, queria terminar.

Note como se acercaba el orgasmo y disimuladamente le di un pañuelo de papel con el que envolvió mi capullo, era algo que hacíamos en el cine, de esa forma no te ibas con todo el semen pringado encima o en el forro del abrigo.

Comenzo a bombear de forma frenetica, a mi a pesar de mis 19 años me estaba costando correrme con sus padres tan cerca y mas después de mas de media hora de paja que iba a darme una corrida impresionante.

Empece a notar como el orgasmo se acercaba, mis cojones se contraian y notaba como el semen empezaba a fluir hacia mi capullo.

Empece a toser, para disimular el orgasmo mas salvaje de mi vida lo disfrace con un ataque de tos que a medida que los chorros de lefa se estrellaban contra el pañuelo de papel con cada espasmo de semen una tos. Fue bajando la intensidad del orgasmo y con los últimos chorros de leche acabe con la tos y culmine la corrida con una carraspera.

Mi novia rebaño con otro pañuelo mi polla dejandomela limpia de semen y abriendo la ventanilla los lanzo a la carretera.

Me miro con cara de satisfacción, sabia que había conseguido que me corriera en una situación en la que era muy difícil conseguirlo. Esto marco un antes y un después de nuestras pajas, el listón había quedado muy alto.

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