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Sali del salón de Yasneli con el top que no ocultaba nada a la vista y con un olor a coño super intenso, el squirt que me habia tirado encima me habia mojado toda la cara, el torso y el pelo y el aroma se quedo adherido a mi cuerpo.

Llegue rápidamente a casa, subí y me fui directamente a la ducha, me desnude y me sumergí bajo el chorro de la alcachofa con el agua templada, no sabia si el olor se iba a ir con una sola enjabonada de pelo, así que me lo lave dos veces y aplique mascarilla para que no quedase ni rastro del aroma de la corrida de Yasneli.

Mientras me enjabonaba el cuerpo acariciaba mi coño completamente depilado que palpitaba con el recuerdo de el orgasmo que me había provocado la mulata.

Una vez fuera de la ducha me lave los dientes, toda la boca me sabia a ella, su squirt, sus flujos, su culo, todos los sabores mezclados hacían que mi mente se volviera loca con la experiencia que acababa de tener con la diosa de la cera.

Me entraron ganas de volver a masturbarme, pero tenia mil cosas que hacer.

Reserve el billete del bus nocturno de Madrid a Alicante, siempre me han gustado esos buses, puedes dormir y cuando llegas tienes todo el día para aprovecharlo a tope. Además luego tendría que coger otro bus hasta el pueblo donde esta el camping, así que el viaje iba a ser largo.

Recogí todas las cosas del viaje y las organice lo mejor que pude en la entrada de casa, no hay nada peor que irte a cualquier sitio y cuando llegas ver que te has dejado el tanga de leopardo en el tendedero de casa.

Me acosté y entre el calor y el cansancio de la sesión de sexo lésbico con la mulata me quede dormida profundamente.

Los primeros rayos de sol acariciaron mi piel y me levante a bajar la persiana, dormir desnuda con la persiana subida seguramente no es la mejor opción si no quieres que te vean los mirones del edificio de enfrente, pero el calor estaba pudiendo mas que mi pudor. Al acercarme a la ventana pude observar a uno de los vecinos mas cañón que había en el barrio, alto, guapo, mazado de gym y con un rabo que se vislumbraba en el slip que no dejaba nada para la imaginación. Estaba apoyado en el balcón de su casa justo enfrente de mi ventana pero un piso mas arriba. Al verme en pelotas sonrió y me dedico una mirada cómplice, quise deleitarle con mi visión un poco mas y alce mi brazo agarrándome al marco de la ventana, esa pose hacia que mis pechos resaltaran mas aún. Permanecí unos segundos mientras el me ponía ojitos y podía observar como su rabo crecía aún mas de lo que parecía una poderosa herramienta y asomaba la punta por la parte superior, como queriendo observarme traviesa.

Súbitamente baje la persiana y di por terminado el calentón mañanero de mi vecino el macizo pollón.

Volví a mi cama y a continuar dormitando hasta que se hicieron mas de las 12, hora mas que razonable para salir a tomar un café.

Me puse un tanga reglamentario negro de lycra, cómodo a mas no poder y un vestidito largo y de tela fresca de verano estampado con pequeñas florecitas. Me recogí el pelo en una coleta, gafas de sol tamaño escaparate y a la calle a comerme unas porras.

El bar de Mario es el típico bar de barrio periférico de Madrid, un pelín casposo, con azulejos pasados de moda en las paredes, barra de acero inoxidable y mesas de publicidad de cerveza. Siempre me he preguntado si cuando montas una fabrica de cerveza montas otra de muebles de bar.

Le pedí a Toni el camarero de Mario un café con leche y un par de porras, me ubique en una mesa y espere a que me trajera el desayuno / almuerzo. Como siempre estaban buenísimas, las hacían allí y eso le daba un aire aun mas típico de bar con el olor un tanto a rancio del aceite de fritura.

Ahí estaba engullendo las porras cuando el dios de marfil del edificio de enfrente hizo su aparición. Pero no era una aparición casual, al menos eso quería pensar, llevaba una bolsa del gym, y un atuendo que no era apto para menores. El niño se me había calzado una mallas de correr a la altura de la rodilla y una camiseta técnica sin mangas mas ceñida que mi tanga. Se le marcaba todo, el cipote y esos abdominales esculpidos en mármol a golpe de repetición. «Ponme un aquarius Toni, que vengo seco del gym» se apoyo en la barra dándome la visión de el culo mas duro que podría imaginar, debía de trabajar partiendo nueces con esas nalgas, porque eran un espectáculo. Vamos que la pepitilla se me empezó a mojar viva, se giro de medio lado y cuando me disponía a darle otro tiento a la porra me dice «hola vecina, veo que madrugas con el calor», una mirada que decía «se lo que hay debajo de ese vestido me recorrió de arriba abajo». «Podrías aprovechar y acercarte al gimnasio a tonificar un poco con tu estructura te pondrías tremenda». El gilipollas no sabia con quien se había topado, yo a los pollones me los meriendo como a las porras, «nene si me pongo mas tremenda pararía el trafico a mi paso y el alcalde se quejaría de los atascos». Una carcajada surgió del fondo de la barra, Toni el camarero empezó a descojonarse, «di que si, que no todos necesitamos ir al gimnasio para estar buenorros», en aclaración diré que Toni esta bastante pasado de peso, pero que su autoestima lo compensa sobradamente.

«Bueno si algún día te animas yo trabajo allí de monitor algunos días a la semana, asómate a la ventana y avísame cuando te apetezca acercarte» el macizo pollón había sido tocado pero no hundido. La verdad es que en otras circunstancias me lo habría llevado a casa para que me empotrase contra la encimera de la cocina, el váter y el sofá en ese orden sin sacarla de mi raja para nada. Pero hoy no era ese día.

Acabe mi desayuno hipercalorico y me subí para casa, hoy no tenia gran cosa que hacer, empecé a reconsiderar la oferta del macizo pollón, pero la verdad es que no me apetecía en el fondo que me irritara el coño con ese vergazo que parecía que tenia.

La tarde paso sin pena ni gloria, lógicamente no comí porque con la ración de porras a las 12 del mediodía había tenido una sobredosis de hidratos y grasa así que me salte la comida.

El bus no salía hasta las 00:30 y había cogido la opción que te dan de recogerte en casa por 6€ mas en el billete con un VTC, era una de las cosas que ofrecía la empresa de los buses que me gustaba mas por encima de otros medios de transporte baratos.

A las 23 sonó el telefonillo, el coche me estaba esperando para iniciar mis vacaciones de aventura en el camping. Baje con todos los bártulos y el chofer con su traje oscuro me abrió el maletero y tras las presentaciones de rigor me condujo hasta la estación sur de autobuses desde donde salía camino de la playa.

La verdad es que los autobuses de hoy son muy cómodos y había elegido la ventanilla, que aunque el viaje era de noche entre sueño y sueño me gustaba mirar sin tener que hacerlo por encima de nadie.

Subí al bus tras dejar todas mis cosas menos el bolso en el maletero, busque mi plaza y me acomode con todo el kit, antifaz, cascos, y almohada cervical. Al cabo de unos minutos se acoplo el que seria mi compañero de viaje, un señor de unos 40 y algunos, vestido con bermudas, polo y una horrorosa y pasada de moda riñonera.

Le salude, hizo lo propio y se intento colocar sin invadir mi espacio vital, porque aunque los buses modernos son amplios tampoco es que sean para tirar cohetes. En sus movimientos en un par de ocasiones me rozo la pierna y rápidamente se disculpaba, «perdón», me dio mucha ternura que un hombre de su edad se disculpara por un leve roce de su pierna con la mía. Bueno la verdad es que muchos de estos hombres ya están amaestrados y ya no son corceles salvajes sino ponys de feria.

Pasaron un par de horas de monótono viaje y me dedique a observar a mi acompañante accidental, no era demasiado alto, pero tampoco era un retaco, estaba pasado de peso como casi todos los cuarentones pero no como para hacerlo repulsivo, y de pelo andaba bien. En eso estaba absorta repasando los rasgos de su cara cuando abrió los ojos y me pillo infraganti en el acto de escrutarle el rostro. Dio un leve respingo, «leñe que susto, ¿miras a todo el mundo cuando duerme?» , me puse roja o mas bien morada de la vergüenza, «discúlpame, es que me aburría y me parecías interesante». Ahora el que se puso rojo fue el, «¿que te parezco interesante?, es lo mas halagador que me han dicho los últimos años». Este incidente arranco una conversación en voz baja donde tras unas presentaciones mas formales que los lacónicos «hola» del arranque del viaje me descubrieron que tenia 46 años, separado y con dos hijos, se le había roto el coche el día antes y estaba un pelín «tieso» así que para ir a buscarlos tuvo que optar por el transporte de masas. Se le notaba jodido y poco acostumbrado a hablar con mujeres y mucho menos del calibre que soy yo, no tengo abuela ya lo sabéis, al final la conversación desbarro un poco hacia el tema relaciones y me confeso que hacia dos años que no follaba y que su único sexo era con su mano o con una vagina de goma viendo porno en su piso-zulo de un barrio pegado al mío.

La verdad es que me dio pena, los cachorritos abandonados siempre me lo han dado y mi libido hiperdesarrollada empezó a imaginarse con ese cuarentón dándole la mejor cabalgada de su vida. Pero claro en un bus es complicado. Aún así mi coño empezó a rezumar y decidí que algo tenia que hacer con ese hombre destruido por la vida. Continúe con la conversación en tono tenue llevándole a temas mas «específicos», como sus preferencias de mujeres, si alguna vez se la habían chupado en publico, que tipo de porno le gustaba mas. El hombre iba haciéndose cada vez mas pequeño en su asiento y yo me crecía, estaba claro que de el no iba a salir ninguna iniciativa, «¿lo que te pregunto te pone cachondo?» le solté, «si un poco» contesto en un susurro apenas audible. «Vamos a comprobarlo», deslice mi mano sobre su paquete y pude notar la dureza entre sus piernas, no era muy grande unos 10 o 12 cm calcule pero con un buen grosor, lo justo para pasármelo bien.

Deslice el cursor de su cremallera y pase mi mano por debajo de la goma del bóxer que llevaba, suspiro fuertemente cuando noto las yemas de mis dedos posarse en su bello púbico en la base de su polla. Comencé a presionar con mis dedos esa zona, consiguiendo que se pusiera mas duro aún. Agarre su pene por la base y comencé a presionar arriba y abajo el rabo como si le pajeara pero sin mover mi mano de la base de su rabo. Su resoplido fue en aumento, «shiiii que te van o oír los demás», se mordió los labios en un gesto que denotaba el gran placer que le estaba dando.

Llevaba unos dos minutos torturando a aquel pobre cuando el bus redujo su velocidad y se detuvo completamente. «Vamos a realizar una parada de 20 minutos en Albacete» sonó por la megafonía del bus. Se iluminaron las luces interiores y rápidamente saque la mano de su entrepierna. La mirada de frustración que puso era para haberle echo una foto. Se recompuso como pudo y bajamos del bus, la verdad es que estirarse después de algo mas de dos horas sentada se agradecía. Entramos en el gran restaurante de la zona de servicio donde suelen parar los buses y me dirigí rápidamente al baño, debía adelantar a todas las abuelas y marujas que pudiera para no tirarme los 20 minutos de la parada haciendo cola en el baño. Lo conseguí, entre la segunda en la zona de los aseos y después de mirar un par de cubículos elegí el que me pareció menos sucio, baje mi tanga y me coloque en cuclillas sobre la taza, solté una gran descarga, la verdad es que me estaba meando a tope pero con el entretenimiento de la paja al vecino no me había dado cuenta. Me limpie lo mejor que pude dado que mi coño estaba como una fuente y me fui para afuera. Me encontré a mi vecino en la zona de la entrada de los aseos, «yo ya he terminado» le solté, «yo también, te apetece algo de la cafetería». Me mordí el labio de forma sensual y le señale con los ojos el baño de minusválidos que en aquella área de servicio estaba separada de los de mujeres u hombres. El puso los ojos como platos, disimuladamente se acerco a la puerta del baño y vio que no había nadie, entro y le seguí, parecía que no nos había visto nadie. Cerré el pestillo y me tire hacia su bragueta sacando su rabo y comenzando a chuparlo desesperada. El me acerco a la taza del inodoro y me senté, agarraba mi cabeza marcando la mamada, estaba muy cachondo y quería que me la metiera así que pare y saque un condón de mi bolso, lo coloque en su rabo duro y mojado, levante mi culo del retrete y baje de un tirón mi tanga apoyándome en la taza del inodoro con las manos con mi coño y culo ofrecidos.

Me la metió del tirón, se notaba que le faltaba experiencia aunque follar es como montar en bici, nunca se olvida cuando has aprendido. Empezó a bombearme desesperado, agarrándome fuerte de las caderas empotrando toda su virilidad en el fondo de mis entrañas. Con dos años de sequia lo normal es lo que sucedió, no tardo ni dos minutos en correrse con un gemido que se debió de oír en toda la zona de servicio. Su cuerpo se desplomo sobre mi espalda y su polla se deslizo fuera de mi entre los últimos estertores de su corrida.

Yo no estaba dispuesta a que me dejara así, le levante de mi espalda y con un sencillo «comételo» me senté en la taza y el obediente aunque no entusiasmado se arrimo al pilón. Estaba claro que estaba desentrenado, por lo que tuve que esforzarme en darle las instrucciones mas precisas para que se comiera toda mi raja, a su sabor habitual le añadía el de los restos de meada que acababa de hacer, no se si fue por eso pero el recupero el interés nada mas probar mi sabor. Se esforzaba en seguir mis instrucciones y sorbia todos mis flujos hacia el fondo de su boca. Estalle en un orgasmo silencioso, que una es un poco guarra pero no escandalosa cuando no hay que serlo, le llene toda la cara de mis flujos que estaban resbalándole por su rostro cuando le separe de mi vulva.

«Ufff me hacia falta» me soltó, «no se como agradecértelo». «No hace falta, me has dado mucho placer a mi también y eso que acababa de mear, no todos los tíos lo harían». «La verdad es que una de las razones por las que me divorcie es que le pedí a mi mujer que me hiciera una lluvia dorada para probarlo y empezó a insultarme, a llamarme pervertido y todo empeoro en nuestra relación, solo lo he probado un par de veces en el cuerpo pero su sabor me vuelve loco». Joder con el cuarentón le iba el hardcore a tope. Bueno era saberlo, tener un tío que le gusta que le mees siempre es un recurso para esos días que estas mas kinky en tus deseos sexuales.

Nos recompusimos y salimos abriendo la puerta despacio para ver si había muchos espectadores, pero casi todo el mundo estaba embarcando en el bus, salimos corriendo hacia el y solo pude percibir una mirada de complicidad en una maruja que se habría dado cuenta de nuestro encuentro en el váter.

Nos subimos y caímos rendidos del sueño camino de nuestro destino en la costa.

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