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La película en realidad era lo de menos, pasar un par de horas en un lugar donde poder dar rienda suelta al placer sin preocuparse de las miradas de los extraños era lo importante.


«Sin perdón», era el titulo de la película que pasaban ese domingo por la tarde en el cine Imperial. Una sala de cine de las de toda la vida, butacas tapizadas en una especie de terciopelo rojo, o al menos seria rojo cuando las instalaran en los años 60.

Mi novia y yo no teníamos muchos sitios donde poder estar a solas y disfrutar de nuestras hormonas revueltas, su casa siempre con gente, la mía igual, sin coche al tener que compartirlo con mi madre y hermano, un problema serio para desfogarse y mas en invierno.

El Imperial no ponía estrenos, para eso estaban las salas de multicines que afloraban en los centros comerciales, la cinta era de hacia un año, pero le habían dado el Oscar a la mejor película. Al menos estaría entretenida si había mucha gente en la sala y no podíamos meternos mano.

Estaba claro que aunque le hubieran dado el Oscar un film del oeste protagonizado y dirigido por Clint Eastwood no iba a llenar la sala. Efectivamente, la sala estaba casi vacía, un par de parejas mas y alguna persona sola. No era un pase numerado, no tendría mucho sentido para 10 entradas poner asientos asignados. Elegimos unas butacas en la zona de atrás al centro de la sala, debajo de la zona del palco superior, con lo que ademas tendríamos algo mas de sombra por la luz que daba el proyector y las de las balizas de los pasillos y las luces que marcaban las salidas de emergencia.

Esa tarde mi chica se había puesto una falda larga y amplia, que me permitiría deslizar mi mano bajo ella sin dificultad bajo la cobertura de los abrigos que descansaban sobre las piernas de ambos. Yo llevaba un vaquero, ligeramente ceñido que me hacia marcar un buen bulto apetecible para mi novia que disfrutábamos sacándome la leche con sus expertas pajas.

La verdad es que nos habíamos hecho expertos en el arte de la masturbación mutua, no podíamos hacer mucho mas, la falta de oportunidad, sitio, experiencia y los reparos de ella para hacer algo mas nos limitaba al toqueteo genital.

Esa tarde yo tenia especiales ganas de manosearle la almeja, me había lavado las manos al llegar al cine y mientras nos ponían los anuncios de movierecord empece a deslizar mis dedos bajo la falda, avanzando hacia las bragas, ojala se hubieran inventado antes los tangas, aparte la goma y deslice mis dedos en su coño.

Aún no estaba húmeda, es algo que con el tiempo entendí, las chicas no tienen como los tíos un botón de encendido y apagado, necesitan un tiempo de calentamiento para estar listas para el lío.

Yo si que tenia la polla muy morcillona, casi totalmente dura. Abandone mi incursión vaginal por ser demasiado pronto y me puse a ponerle las cosas fáciles a mi compañera. Desabroche los botones de aquellos Levis 501, eran la moda pero lo de tener tantos botones era un engorro no solo para aquello, ir a mear era tedioso con tanto abrochar y desabrochar botones.

Baje la goma de los calzoncillos y la puse debajo de mis huevos, presionándolos, era una sensación que me encantaba, supongo que por que limitaba el riego como si fuera un anillo para el pene y me la ponía mucho mas dura que cuando me bajaba del todo el slip.

Su mano fue al encuentro del tallo de mi verga, me la agarro apretándola, comprobando su dureza, apreciando su turgencia juvenil. Deslizo sus dedos entre los pelos de mis huevos y empezó a acariciarlos con sus uñas, mis cojones se contraían con aquella caricia, mmmmm aquello me ponía a mil. La polla daba pequeños cabezazos involuntarios reclamando su atención, aquello me volvía loco, sus uñas pintadas en un discreto tono granate arañaban con suavidad pero firmeza la piel de mi escroto que se contraía y relajaba cuando dejaba de arañarme.

Por fin volvió a mi rabo, comenzó a masturbarme como le había enseñado, agarrando el pene con firmeza, haciendo una presión mas suave hacia abajo contra mi pubis y cuando subía hacia mi capullo haciendo mas presión, consiguiendo que llegara mas sangre fresca al glande, volviéndolo mas sensible. Cuando subía se cubría mi glande con la piel del prepucio y cuando bajaba se descubría dejando el glande mas sensible al aire lleno de liquido seminal, esa sensación me volvía loco.

Mientras ella seguía con un rítmico masaje en mi verga, volví a deslizar mi mano buscando su vulva. Ahora si estaba húmeda, abrí los pliegues de sus labios y encontré su clítoris que empezaba a estar turgente y receptivo a mis caricias. Bajaba con mis dedos a la entrada de su vagina y volvía a subir arrastrando la lubricación a su punto de placer para frotar suavemente sin hacer demasiada presión como ella me había enseñado, cambiando de ritmo y haciendo que perdiera el ritmo de mi paja.

La película continuaba y no me enteraba de nada, en uno de mis movimientos de cabeza vigilando que el acomodador no apareciera por allí a jodernos la fiesta, me pareció ver que un hombre se había cambiado de butaca acercándose mas a nosotros. Disimuladamente gire mi cabeza y estaba en lo cierto aquel tío de unos 50 años se había ido moviendo desde su asiento un par de filas mas atras de los nuestros hasta que estaba prácticamente detrás. No podía ver nada, pero los movimientos que se intuían bajo los abrigos eran suficientes para que el mismo estuviera masturbándose frenéticamente.

La situación era muy rara, por una parte no podíamos hacer gran cosa con las manos ocupadas y tampoco podíamos llamar al acomodador, así que como mi chica no se había dado cuenta, porque si lo ve se me acaba la diversión decidí continuar a lo nuestro y que aquel tipo hiciera lo suyo, siempre que no se acercase mas o molestase.

Note como ella estaba cada vez mas mojada y su respiración se aceleraba, estaba acercándose a la corrida y ademas cada vez me pajeaba de forma mas descuidada. Le pare la mano y le dije al oído que disfrutase ella que luego me terminaba a mi.

Acelere la velocidad de la paja que le estaba pegando en el clítoris e introduje un poco uno de mis dedos en la entrada de su estrecha y virgen vagina. Note como los músculos de la entrada apretaban mi dedo con ansia.

Mis dedos resbalaban por su vulva, haciendo que me cogiera la mano y la centrara en su clítoris, no quería que siguiera jugando exigía su premio.

Continué frotando su clítoris mientras acariciaba la entrada de su vagina con mi dedo, me era difícil, la postura y su humedad cada vez mayor hacia que fuera difícil mantener la posición exacta sobre su clítoris que me demandaba.

Note como su respiración se aceleraba mas y mas empezó a mover su cadera de alante y atras empujando mi mano, haciendo presión, buscando la posición exacta de mi mano, que la aprisionaba con las suyas agarrándola de la muñeca. Arqueo la espalda y ahogo un gemido largo, su pelvis vibraba y tenia espasmos desde las caderas, note como un torrente de liquido me empapaba la mano aún mas si eso era posible.

Se dejo abrazar por la butaca y reposo su cabeza sobre mi hombro soltando un gran resoplido. Mientras observe como el tipo de atrás se masturbaba a toda velocidad, se le podía ver una polla pequeña por el espacio que había entre los respaldos de la butaca, al cabo de un momento comenzó a disparar chorros de semen con muy poca presión, casi como un hilillo. Se derrumbo sobre la butaca y guardando su polla se recompuso la camisa y salio de la sala muy rápido.

Yo estaba en una situación desesperada, la polla a mil, mi novia aún descansaba de su reposo post orgasmico, no habría sido muy galante cogerle la mano para llevarla a mi polla, así que empece a adelantar el trabajo, me la meneaba a buena velocidad, resbalaba de lo lindo tenia la polla super mojada y los flujos del coño de mi novia ayudaban a lubricar la barra de hierro que en ese momento tenia por verga.

Al cabo de unos minutos que se me hicieron eternos, ella se recupero y dándome un piquito en los labios metió su mano bajo el abrigo, en lugar de cogerme la polla me susurro al oído «sigue cascandotela» y comenzó a darme un masaje en los cojones con esas uñas maravillosas que sabia usar tan bien.

Cada vez me la pelaba mas rápido y ella comenzó a clavarme sus uñas suavemente en la delicada piel de mis cojones. Me estaba volviendo loco literalmente. Notaba como sus dedos exploraban toda la zona, incluso acariciando la zona tras mis cojones, cerca de mi ano, note un cosquilleo que llegaba de allí a mi ojete, aquello me puso muy perro, la sensación era nueva para mi, nunca se había acercado a mi culo, eso era de gays, que equivocado estaba. Cada vez estaba mas y mas cachondo, ella me puso un pañuelo de papel sobre la polla para evitar que mi corrida manchara el forro del abrigo. Empece a tener un orgasmo increíble cuando ella clavo definitivamente sus uñas con fuerza en mis cojones. Mi polla literalmente exploto, tuve la corrida mas abundante de mi vida hasta ese momento, daba lechazo tras lechazo y ella no aflojaba su presa sobre mis huevos. Me dolía pero ese dolor mezclado con el orgasmo impresionante me transportaron a un mundo que años mas tarde exploraríamos juntos, el dolor placentero.

Me derrumbe como mi chica y el mirón habían hecho hacia un rato e intente limpiar todo aquel desastre. Me había corrido en tal cantidad que casi gasto el paquete de pañuelos entero. Aun así no había quedado limpio del todo por lo que me levante como pude y me fui hacia el baño. Al llegar al final del pasillo pude ver en el rostro del acomodador, sentado en la butaca mas cercana a la puerta una sonrisa cómplice.

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