Lluvia dorada en el hotel
Ella entró en la ducha del hotel, el agua caliente y el vapor llenaban el aire con un aroma reconfortante. Había reservado esta habitación especial para esta noche, sabiendo que su amante estaría allí esperándola. Su corazón latía con fuerza mientras se quitaba la ropa, dejando que el agua caiga sobre su piel desnuda. Se miró al espejo y sonrió, pensando en lo que estaba a punto de suceder.
Él ya estaba allí, la esperaba con los ojos llenos de deseo. Se encontraban en una de esas habitaciones de hotel tan románticas, donde el agua de la ducha parecía flotar en el aire. Ella se acercó a él, su piel brillaba bajo el resplandor de las luces de la habitación. Él extendió la mano y la tomó por la cintura, llevándola hacia él. La pareja se abrazó, sus cuerpos pegados, mientras el agua les rodeaba.
Él empezó a besarla, sus labios se encontraron en un beso apasionado. Ella le rodeó con sus brazos, acariciándole la espalda y los hombros. La emoción de estar aquí, en esta habitación, haciendo esto, la hacía sentir como si nada más importara. La lluvia dorada estaba cerca, y ambos lo sabían.
Él se apartó de ella, sus ojos brillantes de deseo. Ella sonrió y se inclinó hacia abajo, desabrochándole la bragueta de los pantalones. La cabeza de él cayó hacia atrás, sus ojos cerrados de placer. Ella retiró la ropa interior de él, dejándolo completamente desnudo. La pareja se encontró de nuevo, sus cuerpos pegados, mientras el agua les rodeaba.
Ella se arrodilló frente a él, sus manos en sus muslos. Él tenía los ojos cerrados, disfrutando del momento. Ella se acercó a su rostro, sus labios casi tocando los de él. Él abrió los ojos, y ella le sonrió antes de empezar a besarle. Él gemía de placer, sus manos en sus pechos.
Ella se levantó y se dirigió hacia el lado de la ducha. Él la siguió, sus ojos fijos en ella. Ella se colocó bajo el chorro de agua, dejándose lavar por las gotas cálidas. Él la rodeó, sus manos en sus caderas. Ella cerró los ojos, sintiendo el placer de estar aquí, con él.
Él le habló en un susurro, sus palabras llenas de deseo. Ella abrió los ojos, encontrándose con la mirada de él. Él la tomó por la mano y la llevó hacia la parte posterior de la habitación. La pareja se encontró de nuevo en la ducha, esta vez con la intención de disfrutar de la lluvia dorada.
Ella le dijo que estaba listo, y él asintió. Él se arrodilló frente a ella, sus ojos llenos de deseo. Ella se inclinó hacia abajo, sus manos en sus muslos. Él cerró los ojos, disfrutando del momento. Ella empezó a orinar, su liquido suave y dulce.
Él abrió los ojos, viendo cómo ella le miraba. Ella sonrió y continuó meandole. Él se inclinó hacia abajo, su cabeza casi tocando la de ella. Ella detuvo su movimiento, dejándolo en un estado de ansiedad.
Él la miró, sus ojos llenos de deseo. Ella le sonrió, y él se acercó a ella. Él la tomó en sus brazos, sus cuerpos pegados. Ella le habló en un susurro, sus palabras llenas de deseo. Él asintió, y ella empezó a mearle de nuevo.
Esta vez, él no pudo resistirlo. Ella lo tomó en sus brazos, y él se dejó llevar. La pareja se encontró en un abrazo apasionado, sus cuerpos pegados mientras el agua les rodeaba. La lluvia dorada había llegado, y ambos se habían dejado llevar por el placer y la pasión.
Después de un rato, la pareja se separó, sus cuerpos empapados y relajados. Ella sonrió, viendo cómo él se encontraba en un estado de excitación máximo