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Después de la reveladora visita a Madrid, Miguel y Gloria volvieron a Río, donde se encontraban con Julian y Carla, amigos de Miguel desde la infancia. Eran unos días festivos y habían decidido pasar el tiempo juntos en una casa al aire libre junto al mar.

Desde el principio, Gloria notó que había algo diferente en la atmósfera entre los cuatro. Julian y Carla parecían estar más cerca que nunca antes, y Miguel se sintió un poco incómodo por ello. Pero Gloria le aseguró que no tenía nada de qué preocuparse y que simplemente disfrutara del momento.

La velada comenzó con una cena exquisita en el jardín de la casa, bajo las estrellas y la brisa marina. Después de comer, Julian propuso que se jugaran a un juego de verdad o consecuencias. Gloria, siempre dispuesta a tomar riesgos y vivir momentos intensos, aceptó sin dudarlo.

La primera jugada fue que Miguel debía elegir entre dos opciones: besarse con Carla o observar cómo Julian se follaba a Gloria en el jardín. Miguel eligió la segunda opción, sintiéndose un poco incómodo pero también interesado por ver qué pasaría.

Gloria y Julian comenzaron a desvestirse lentamente, mientras Carla se acercaba para unirse al juego. Pronto todos estaban desnudos bajo las estrellas, con Julian penetrando a Gloria desde atrás mientras ella lo montaba con fuerza.

Miguel observaba la escena, excitado por lo que veía y sintiendo una creciente necesidad de participar. Carla se acercó a él y comenzó a besarle en los labios, mientras su mano izquierda lo estimulaba con sus dedos.

Miguel notó cómo su pene se estaba erectando bajo la atención de Carla, y pronto se encontró eyaculando en sus manos mientras ella continuaba besándolo. Gloria, por otro lado, seguía siendo penetrada por Julian, que finalmente lanzó un grito de placer mientras eyaculaba dentro de ella.

Cuando terminaron, Gloria se acercó a Miguel con un vaso lleno de semen y lo obligó a beberlo todo. A continuación, fue al baño y regresó con una sonrisa malvada en el rostro. Le hizo beber su propia orina mezclada con el semen que acababa de ingerir, mientras le hablaba con un tono desaprensivo.

Miguel sintió que se ruborizaba por la vergüenza y la humillación, pero al mismo tiempo experimentó una sensación de placer intenso. Carla lo ayudó a levantarse y lo llevó hasta Gloria, quien ahora estaba sentada en un banco del jardín.

Gloria comenzó a acariciar su pene con sus manos mientras Miguel se sentaba frente a ella. Carla se acercó y comenzó a darle una felación, llevándolo rápidamente al clímax. Cuando eyaculó, Carla lo recogió en su boca y lo mantuvo allí hasta que todo el semen hubo sido ingerido.

Todos se quedaron sentados en silencio por un momento después de la intensa experiencia, sintiendo cómo sus cuerpos aún estaban bajo los efectos del sexo y la humillación de Miguel. Finalmente, comenzaron a hablar sobre lo que acababa de pasar y cómo cada uno había sentido esa noche tan especial.

A medida que avanzaba la noche, descubrieron que esta velada desinhibida les había permitido explorar nuevas facetas de sus relaciones y deseos. Fue una experiencia única y liberadora para todos ellos, que nunca olvidarían esa noche bajo las estrellas en el jardín de la casa junto al mar.

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